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Carta de Río

Quem somos

Preámbulo

En vísperas de la 3ª Reunión del Capítulo de América Latina y el Caribe del Centro Internacional de Ética de la Información (ICIE), que se llevó a cabo entre el 20 y el 21 de octubre de 2022, investigadores y estudiantes de los grupos de investigación Perspectivas filosóficas sobre la información - Perfil-i y Estudios críticos en Información, Tecnología y  Organización Social - Escritos  , responsables de la organización del evento, se realizó una reunión de trabajo con los disertantes invitados para elaborar la versión final de esta Carta de Río, cuyo esbozo inicial estuvo a cargo de los investigadores y profesores Marco Schneider y Arthur Coelho Bezerra, representantes del Capítulo desde su creación en 2017.  Participaron de la redacción final los profesores/as e investigadores/as Rafael Capurro, Ana Regina Barros Rêgo Leal, Esteban Zunino, José Augusto Guimarães, Maximiliano Rodríguez Fleitas, Karina Olarte, Ariel Morán Reyes, Luciane de Fátima Beckman Cavalcante, Marielle de Moraes y Ricardo Pimenta. 
 
La redacción de la Carta de Río es una sugerencia de Rafael Capurro, fundador del ICIE. Siguiendo la tradición de eventos anteriores, la Carta constituye una declaración de principios y objetivos del Centro bajo la presidencia de Schneider y Bezerra a partir de esta reunión. El contenido de la Carta de Río está relacionado con el tema del 3° Encuentro: ética e información para la justicia social.

Carta de Río

En líneas generales, la ética de la información es un subcampo de estudio y acción que comprende la ética como un campo de la filosofía dirigido al estudio crítico de la moral, o de los conjuntos de valores más o menos tácitos o formales que rigen las relaciones sociales. La moral, por lo tanto, se entiende como un fenómeno socio-histórico objeto de escrutinio ético, pasible de tener también inflexiones normativas.

La ética de la información, en particular, se interesa en temas como la libertad de expresión, la atribución de responsabilidades, la honestidad intelectual en la producción y en el tratamiento de la información y la memoria, en sus dimensiones históricas, sociales y políticas; el compromiso con la verdad y el interés público; el derecho de acceso a la información; los análisis culturales de la organización y representación de la información y el conocimiento; la privacidad y autonomía de la información; la mediación tecnológica, digitalización y datación de la vida y la visibilidad, vigilancia, origen, relevancia y credibilidad de la información, entre otros. Asimismo, reflexiona sobre la formación de profesionales de la información, como periodistas, bibliotecarios, informáticos, archivistas, museólogos, publicistas, programadores de sistemas informáticos, etc.
 

Con el desarrollo y la creciente penetración social de las tecnologías digitales de la información y la comunicación a escala global en las últimas décadas, la investigación en ética de la información ha prestado especial atención a los efectos, promesas y riesgos que este nuevo ecosistema informativo ha promovido en todas las esferas de la vida en sociedad: en las relaciones interpersonales, en la educación, en la producción y divulgación científica, en la política, en la economía, en el trabajo, en la salud, en la cultura, en el entretenimiento y en las imbricaciones entre todas estas esferas.

En el pasaje del siglo pasado al presente, las perspectivas parecían favorables para quienes profesaban una "sociedad de la información" que auguraba un mundo más próspero, inclusivo, democrático y pluralista. En el mismo período, varias declaraciones internacionales fueron redactadas y firmadas por actores comprometidos con la inclusión digital, con un corolario de respeto a la diversidad cultural y la promoción de los derechos y la calidad de vida de las minorías.

Sin embargo, tales objetivos a menudo demostraron ser wishfull thinking, tal vez porque sus propaladores no argumentaron o actuaron en una perspectiva que vaya más allá del mercado. En ese sentido, el mercado no es necesariamente opuesto -ni favorable- a la promoción de la inclusión digital, la diversidad cultural, los derechos y la calidad de vida de las minorías, en tanto estas actividades generen dividendos financieros más rápidamente y en un volumen mayor que las inversiones concurrentes. Esa es tu regla de oro. Después de todo, el mercado no es exactamente inmoral, sino amoral. Sin embargo, cuanto más desregulado esté, más tenderá a convertir esta amoralidad en inmoralidad, en la medida en que la búsqueda desenfrenada de dividendos agudiza las desigualdades y contradicciones estructurales que el capitalismo arrastra desde sus orígenes mercantilistas y coloniales, marcadamente esclavistas. En los días que corren, estas características cristalizan en lo que la UNESCO llamó desinfodemia – la difusión masiva de desinformación.

Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, y sin abandonar las metas establecidos en el marco del ICIE y entidades afines, creemos que estas solo se alcanzarán a través del estudio profundo y el desarrollo consistente de metodologías para combatir la principal secuela o efecto secundario de este proceso global de inclusión digital, liderado por un mercado cada vez más desregulado: la desinformación digital en red (DDR), que opera a escala infodémica, particularmente en el contexto del resurgimiento de extremismos que, además de solapar la consolidación y maduración de las democracias, promueven un negacionismo científico, con graves consecuencias para la educación, el medio ambiente y la salud pública, además de fomentar el desgranamiento del tejido social a través de la generación de prejuicios que devienen en un clima de época signado por la ansiedad, la angustia, el agotamiento, la depresión, la violencia, la persecución, la matanza y el caos.

Para lograr lo propuesto anteriormente, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas (ONU) y el Código de Buenas Prácticas sobre Desinformación de 2022 de la Unión Europea, y teniendo como horizonte ético-político y epistemológico un nuevo Iluminismo poliepistémico, basado en la idea de que las nociones de razón, justicia y libertad son más complejas y plásticas de lo que suponía el Iluminismo histórico, pero que invariablemente se oponen a la mistificación, la injusticia y la opresión, es que defendemos como principios y metas del ICIE:

1. La construcción colectiva y democrática de propuestas para la regulación de la convergencia digital, capaces de poner en discusión los factores determinantes estructurales de los escenarios de desinformación;


2. El desarrollo de metodologías eficaces para combatir la monetización a partir de la financiación de la desinformación, en el contexto de la publicidad programática y la explotación predatoria de la atención y las subjetividades;


3. La promoción de investigaciones, desde una perspectiva ética intra e intercultural de la información, que colabore con la comprensión de los procesos de apoyo popular a construcciones simbólicas, valorativas y afectivas de tipo oscurantista, hostiles a los hechos y explicaciones científicas de la realidad, particularmente en la identificación de las autoridades cognitivas, con miras al esclarecimiento público y al fortalecimiento de la ciudadanía ampliada;


4. La implementación de acciones editoriales dirigidas a la comunicación y divulgación científica relacionada con los temas en discusión;


5. La promoción teórica y aplicada a las humanidades digitales, la educomunicación, la alfabetización mediática crítica, las competencias críticas en información y diversas alfabetizaciones digitales, preferentemente orientadas a acciones de gran escala y con especial atención a las nuevas generaciones;


6. La consolidación de una red latinoamericana y caribeña de investigadores y activistas en ética de la información, comprometidos con los principios y objetivos de esta Carta;


7. La integración orgánica a la red anteriormente aludida de otros actores sociales de América Latina y el Caribe, comprometidos con los principios y objetivos de esta Carta;


8. La integración orgánica del conjunto de actores mencionados anteriormente con los otros capítulos del International Center for Information Ethics, comenzando por el Sur Global;


9. El fortalecimiento del ICIE como centro de referencia para la investigación, comunicación y divulgación científica en el estudio y combate a la desinformación, desde la Escuela de Río, denominación otorgada por Rafael Capurro al núcleo del ICIE situado en la Coordinación de Enseñanza e Investigación (COEPE) del Instituto Brasileño de Información en Ciencia y Tecnología (Ibict), formalizado en este documento por la nueva presidencia del ICIE;


10. El compromiso con la efectividad de las acciones.


Río de Janeiro, 19 de octubre de 2022

Firme usted mismo la Carta de Río

Gracias por firmar la carta.

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